lunes, 3 de julio de 2017

ESTADO POLICIAL.

Por: Ruben Limas. 


Luisa Ortega Díaz, Fiscal General de la República, al ser entrevistada por un medio peruano esta semana dijo que “Esto no es un Estado de derecho, es un Estado policial”, comparto su apreciación, la represión generalizada que vive hoy el pueblo venezolano, y con particular saña el pueblo carabobeño, es la materialización de lo que muchos temíamos se instalaría en el país con el ascenso al poder de Nicolás Maduro: Un Estado Policial. Un régimen que, desprovisto de respaldo popular, se mantuviera en el poder con el uso exclusivo de la fuerza. Para mi generación, nacida y criada en democracia, el conocer dicha manifestación de una dictadura solo lo logramos a través de la literatura. 

Los politólogos tienen una definición precisa de lo que significa un Estado Policial, básicamente, es un gobierno que mantiene un estricto control sobre la sociedad, en particular, a través de la supresión de las libertades civiles y a menudo mediante una fuerza de policía secreta y un gran despliegue e inversión en mecanismos de vigilancia. Esto implica que el control por el gobierno contradice la voluntad de los individuos que están siendo controlados. 

Es más que evidente que el Estado Venezolano gasta mucho más recursos en tanquetas, bombas lacrimógenas y efectivos para los cuerpos represivos que en alimentos, medicamentos o en contratación de médicos o educadores. Incluso, administra un impresionante aparato de propaganda y desinformación, llamado Sistema Bolivariano de Comunicación e Información, dedicado exclusivamente a descalificar, intimidar y espiar al liderazgo de la alternativa democrática. 

Ahora bien, a sabiendas de la enfermedad, ¿Cuál es el remedio a aplicar? No puede ser quedarnos quietos, regresar a nuestras casas, como si nada hubiera ocurrido. Eso solo provocaría el perfeccionamiento de los mecanismos de control del Estado Policial y el atornillamiento al poder de sus operarios. El remedio es insistir en manifestar nuestra disconformidad, mantener la movilización ciudadana y exigir dentro y fuera del país la celebración inmediata de elecciones. Solo la democracia nos dará paz, la falsa paz de las tanquetas y los estados de excepción es el equivalente a convertir al país en un cementerio. No lo permitamos.

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