Por: Rubén Limas Telles.
En el inicio de este XXI América Latina ha vivido un tenebroso resurgir de gobiernos autoritarios, militaristas y hegemónicos que intentan eliminar las garantías democráticas logradas durante el siglo XX. Ególatras, megalómanos, elegidos por medio de los votos, colaboran entre sí y constituyen “Clubes de Presidentes” para acabar con la disidencia que subsiste como reserva moral entre tanta inmoralidad.
Se venden como herederos del pensamiento de Simón Bolívar, como estrategia comunicacional para legitimar su entronización en el poder, olvidando interesadamente aquel pensamiento bolivariano de tanta actualidad expresado en 1819: “La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el fin de los Gobiernos Democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo Ciudadano el Poder….”
Escuchamos la consigna “Alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina” Sin embargo, tal cual maldición, la espada recorre para cortar las cabezas de quienes han despreciado los valores democráticos, la voluntad general y la verdad que gritan los pueblos. “No más hambre”, “basta de miseria”, “Libertad Sindical”, “Respeto a la iniciativa privada”, “dignidad para el trabajador” y “Contratación Colectiva justa”.
Leímos con detenimiento la notificación enviada desde el Senado brasileño a Dilma Rousseff y no creemos que exista documento más elocuente sobre el cambio que vive nuestro continente: “Señora Presidenta: se le hace saber por medio de esta notificación que a partir de su recepción ésta instaurado el proceso de impeachment. (...) Y queda suspensa del cargo de presidenta”.
Presidente Maduro aquí no tenemos la figura jurídica del impeachment, para defenestrar mandatarios arbitrarios, pero permita que fluya el revocatorio, pues es la espita que impedirá que le explote la olla de presión social en la cara.
¡Alerta, alerta! que La espada de Bolívar ya paseó su hoja afilada por Argentina, Brasil y usted sabe, Presidente, cuál es el país que limita por el Norte con el coloso carioca. Alerta…alerta…que ¡ya llegó! ¡Ya está aquí!
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